Esculturas de concreto y arena, 2019
Esta obra surge de un momento cotidiano de tráfico en compañía con mi hijo. Al estar un largo rato en la parte de atrás del auto (que fue de mi abuelo, de mi padre y ahora mío), él encontró un pequeño automóvil de juguete, muy similar al que manejo. Tanto tiempo en el tráfico, jugando con ese pequeño juguete (que probablemente iba ahí escondido más de una generación), le hizo preguntarse: ¿Quién se mueve? ¿Nosotros, o los que están afuera? A partir de esta pregunta, esta obra se sitúa en un mundo apresurado y desbocado, buscando un diálogo con lo inmóvil y con la quietud.
La obra consiste en armar una línea de tráfico de estos pequeños autos de concreto que no saben a donde van, volviendo a la pregunta, ¿quién se mueve, nosotros o lo que nos rodea? Y, cuestionando el porqué de nuestros movimientos y acciones. Se busca evocar a esos momentos donde se tiene el mismo paisaje urbano durante horas, cuando se buscan encuentros con el error y con la imperfección y se regresa a la quietud dentro del auto.
Curaduría: Francisco Suárez y Byron Toledo
